Empezó esta escultura Miguel Ángel, después de la realización de la
pintura para la
bóveda de la Capilla Sixtina. Estaba destinada para formar parte del grupo escultórico de la tumba del papa
Julio II, que había de colocarse en la parte inferior del monumento.
Es de una belleza formal y espiritual, presenta un claro
contrapposto, se expresa en un abandonamiento como de cansancio total, comparada con esculturas helenísticas del último periodo y con una clara influencia del
Laocoonte y sus hijos, también, según el historiador Tolnay, con un san Sebastián de
Antonio Rossellino.
Vasari interpreta las esculturas de los esclavos con una
iconografíade las provincias sometidas por
Julio II al poder de la iglesia y
Ascanio Condivi con un significado de las artes liberales, dándole al
Esclavo moribundo la
alegoría de la
pintura por la mona que tiene a sus pies.